Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
NAUFRAGIOS Y COMENTARIOS




Comentario

Cómo el gobernador rompió los enemigos



Rompidos y desbaratados los indios, y yendo en su seguimiento el gobernador y su gente, uno de a caballo que iba con el gobernador, que se halló muy junto a un indio de los enemigos, el cual indio se abrazó al pescuezo de la yegua en que iba el caballero, y con tres flechas que llevaba en la mano dio por el pescuezo a la yegua, que se lo pasó por tres partes, y no lo pudieron quitar hasta que allí lo mataron; y si no se hallara presente el gobernador, la victoria por nuestra parte estuviera dudosa. Esta gente de estos indios son muy grandes y muy ligeros; son muy valientes y de grandes fueras; viven gentílicamente, no tienen casas de asiento, mantiénense de montería y de pesquería; ninguna nasción los venció si no fueron españoles. Tienen por costumbre que si alguno los venciese, se les darían por esclavos. Las mujeres tienen por costumbre y libertad que si a cualquier hombre que los suyos hobieren prendido y captivado, queriéndolo matar, la primera mujer que lo viera lo liberta, y no puede morir ni menos ser captivo; y queriendo estar entre ellos el tal captivo, lo tratan y quieren como si fuese de ellos mismos. Y es cierto que las mujeres tienen más libertad que la que dio la reina doña Isabel, nuestra señora, a las mujeres de España; y cansado el gobernador y su gente de seguir al enemigo, se volvió al real, y recogida la gente con buena orden, comenzó a caminar, volviéndose a la ciudad de la Ascensión; e yendo por el camino, los indios guaycurúes por muchas veces los siguieron y dieron arma lo cual dio causa a que el gobernador tuviese mucho trabajo en traer recogidos los indios que consigo llevó, porque no se los matasen los enemigos que habían escapado de la batalla; porque los indios guaraníes que habían ido en su servicio tienen por costumbre que, en habiendo una pluma o una flecha o una estera de cualquiera de los enemigos, se vienen con ella para su tierra solos, sin aguardar otro ninguno; y así acontesció matar veinte guaycurúes a mil guaraníes, tomándolos solos y dividos; tomaron en aquella jornada el gobernador y su gente hasta cuatrocientos prisioneros, entre hombres y mujeres y mochachos, y caminando por el camino, la gente de a caballo alancearon y mataron muchos venados, de que los indios se maravillaban mucho de ver que los caballos fuesen tan ligeros que los pudiesen alcanzar. También los indios mataron con flechas y arcos muchos venados; y a hora de las cuatro de la tarde vinieron a reposar debajo de unas grandes arboledas, dondo dormieron aquella noche, puestas centinelas y a buen recaudo.